Emma y Olivia toman clase conmigo en la Unidad Cultural Francisco Garza Sada, ellas comenzaron en el semestre de septiembre a diciembre del año pasado y ya las tengo bien catalogadas como dos chicas muy participativas con cierto grado de competencia entre ellas mismas y sus compañeras, saludable por supuesto y que no tienen ningún problema de adaptación social.
Emma es concentrada y muy receptiva a las sugerencias, en el caso de Olivia es una chiquilla muy dulce que generalmente responde muy bien a refuerzos positivos cuando se encuentra frustrada ante alguna dificultad.
Ésta semana comenté con los alumnos de los tres centros donde imparto clases en San Nicolás de los Garza, sobre la historia del burro que tocó la flauta y la importancia que debe tener en nuestras vidas el poder separar quién realiza alguna actividad extraordinaria como resultado de un talento desarrollado aprendido o innato. Y quién es meramente resultado de una casualidad un malentendido o una visión parcial y miope.
Mis alumnos en los tres centros pese a no ser ninguno de ellos ni siquiera un adolescente, pudieron captar perfectamente la ironía de la gente cayendo maravillada en el hechizo de ver a un borrico tocar la flauta en lugar de ponerse a reflexionar que sólo estaban ante una burda casualidad.
Deseo sinceramente estar sembrando para el futuro niños que se vuelvan adultos que no caigan tan fácilmente en el engaño de burros que toquen la flauta.
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