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Foto del escritorAldo Sanchez

Lunes 24 de Febrero de 2020 en Francisco Garza Sada

Reny es una de mis alumnas más recientes.

Es una niña muy extrovertida y cuyo vocabulario fácilmente supera en precisión y concisión al de cualquier adulto promedio que se encuentre en la franja de 20 a 40 años de edad y ella no llega a los diez años todavía (Gloria en una clase diferente presenta el mismo cuadro, vocabulario y dicción privilegiados aparte de una capacidad creativa fuera de la escala habitual).

Reny me cuenta que desea estudiar artes porque su madre fue una pintora muy prolífica antes de casarse y que ahora es una muy solicitada repostera.

Con ella, tengo oportunidad de darle clase de un modo muy singular porque llega media hora más tarde que sus compañeras pero justo cuando va llegando, mis alumnas hacen pausa conmigo para pasar a lecciones de Ballet con la profesora Rayhza. Así que por una hora ella recibe toda mi atención y me agrada que a diferencia de los otros niños (y gran cantidad de adultos bastante dañaditos intelectualmente) que me preguntan cosas pero no se esperan ni se interesan por la respuesta Reny es una niña receptiva y concentrada que escucha con atención.

Reny es muy enfocada en cuestionar y pedir que le clarifique cualquier duda.

Hoy me preguntaba si al hacer figuras de plastilina no llegaba a sentirme solo ya que es más popular dibujar o cantar.


Le contesté que al principio así era. Que descubrí que muchos realizadores de plastilina tenían serias dificultades para encajar socialmente y que algunos incluso desarrollaban desagradables hábitos de egoísmo y envidia.

Pero que mi madre me había obsequiado un hermano cariñoso y maravilloso y que mi niñez estuvo matizada por grandes amistades que perduraron toda mi vida y que eso me salvó de ser un niño (y un adulto posterior) intratable, clavado sólo en el "fantástico mundito de la plastilinita".

Le expliqué que por eso lucho mucho al dar clase por contribuír a enseñar a mis alumnos a ser amables, respetuosos, compartidos y sociables.

Porque conozco gente que creció para ser grandes artistas y que todo su arte y su talento no los salvan de ser la gente más horrible y pedante del mundo.

El mejor talento a mi entender es el de que la gente se sienta contenta cuando te vea.


Al terminar la clase y recoger mi salón de clases para dejárselo en buenas condiciones al próximo maestro, caí en la cuenta de que es cierto...

Tengo amigos con quienes la relación de amor, respeto y preocupación ha permanecido más de 45 años de mis cincuenta y uno de vida.


Enseñar a hacer monitos es algo divertido. Pero aspirar a dejar en las mentes a las que tengo el privilegio de contribuír a educar, un mensaje de respeto y cariño por el prójimo creo que es el único renglón de mi vida donde creo que he ido comprando una pequeña parcela de eternidad.



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